jueves, 20 de noviembre de 2008

El horror de los sistemas de derechos digitales.

Hoy leí una noticia escalofriante en Ars Technica: un profesor con una notebook Apple novísima quizo, en un descanso, mirar la película Hellboy II, que había adquirido legalmente. Ya que estaba en un aula vacía, quizo usar el sistema de proyección del aula, y todo lo que obtuvo fue un mensaje de error diciéndole que no poseía derechos para ver esa película en ese proyector.

¿Que sucedió? Las nuevas Apple implementan HDCP. En un sistema HDCP, toda la cadena de audio y video tienen que estar firmadas digitalmente con licencias HDCP o lo que sea se 1) negará a funcionar o 2) funcionará con capacidades reducidas.

HDCP es uno de tantos estándares de DRM que se quiere implementar en el ámbito de las PC. Es un sistema que limita tu capacidad de decidir como hacer lo que quieres legalmente hacer, y si quieres tener todas las opciones a tu disposición, deberás tener dispositivos que han pagado licencias HDCP para poder tener la firma digital. Y esa licencia que pagaron no tengas duda que te la cobrarán a ti también.

Otros casos han ocurrido con sistemas que verifican activamente por medio de internet cada vez que vas a reproducir algo para ver si tienes la licencia. Más allá de la invasión de privacidad, sucede que si una de las firmas que te vendió el contenido que ahora tienes legalmente decide o se ve obligada a bajar ese servicio de la red, repentinamente no podrás usar más el contenido por el que pagaste. Esto sucedió con los servicios de música de Wall-Mart y Yahoo, y aunque Yahoo haya indemnizado a sus usuarios, sigue siendo un maltrato, no queremos indemnización, queremos nuestra música.

Así que ya saben, si ven algún lugar que vende con DRM, del tipo que sea, huyan. No están comprando nada, están jugando una lotería a ver cuando pierden libertades que creíamos garantizadas.

En última instancia, y más preocupante aún, la batalla no es realmente por impedir las descargas ilegales de música o películas. La batalla es por el control de la cultura, quieren ser los que decidan que, cuando y como podemos ver o generar algo, y eso es algo que realmente no podemos permitir que suceda. Jamas.

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