miércoles, 13 de junio de 2012

A estas horas y todavía en la oficina: La vida del programador

Hay cosas que todos los trabajos, o al menos la mayoría de ellos, tienen en común. En cambio algunas cosas  parecen ser propiedad de algunos trabajos específicos. Son esas pequeñas cosas las que nos hacen pensar que nuestros trabajos son tremendamente especiales, cuando en realidad suelen ser más las cosas en común que las diferencias.

Por citar casos de peculiaridades, tenemos el caso de los programadores, que suelen tener horarios fijos con tendencia a estirarse. Esto se explica porque en situaciones normales se cumple el horario y listo, pero cuando comienza a llegar la fecha de entrega de un proyecto y hay que coordinar todo mientras se arreglan los errores intentando evitar que esas correcciones produzcan más errores, las horas comienzan a estirarse levemente.

De acuerdo a los tiempos de cada proyecto, esto puede pasar casi sin notarse, con alguna hora extra de alguno de los programadores y nada más, o puede provocar horas extras masivas de grupos enteros de programadores, cuando los tiempos apremian o el error que impide proseguir es especialmente esquivo.

Sin embargo hay una fecha que es la que suele provocar la mayor cantidad de horas extras en un solo día, a veces para nada, a veces trabajando a cuatro manos. Esa es la fecha de entrada en producción, cuando hay que hacer guardias en los teléfonos y ante el email, chat, programa de VOIP y cualquier otra forma de comunicación con el cliente que se les pueda ocurrir, llegando a casos en que hay que estar en las oficinas del cliente.

En esta fecha es cuando el título de este post suele ser más dicho, A estas horas y todavía en la oficina, como hoy. Y como dije, a veces no hay que hacer nada. Recuerdo una vez que estuve 3 horas extra esperando simplemente que nos dijeran 'está todo OK', y se resistían a hacerlo, y luego, al día siguiente, primero de mayo, estuve 8 horas en las oficinas del cliente esperando una incidencia que nunca se produjo. Obviamente que no me aburrí, tenía una computadora adelante después de todo. Pero sigue siendo una exagerada cantidad de horas como para que no suceda nada.

Otras veces algo falla, incluso como hoy, que hubo un fallo que no es responsabilidad de mi equipo. Y aunque no sea nuestra responsabilidad arreglarlo, tenemos que estar igualmente disponibles y demostrar que seguimos participando e intentando arrimar ideas o soluciones. O intentando implementar una solución alternativa mientras se busca como solucionar el problema real, tal como reactivar un programa viejo para que puedan hacer operaciones mientras el otro equipo busca solucionar sus problemas.

No somos la única profesión con fechas límite, ni con aceleramiento antes de esas fechas, ni los únicos que damos soporte luego de esas fechas, pero es en momentos como estos que nos parece que nuestra profesión es absolutamente única. Y no es que por eso me sienta desdichado, simplemente recordé la frase y  descubrí que nuevamente tenía algo para escribir en Demasiado Personal.

2 comentarios:

  1. Nuestra profesión puede no ser única. Pero creo que tiene algo de único. Creo que hoy en día se distingue por ser una actividad imprescindible casi para cualquier otra. ¿Cuantas veces no pudieron atenderte en un lugar cualquiera porque... se cayó el sistema...?

    Saludos.

    ResponderEliminar
  2. Jajaja, si, es verdad, aunque en realidad prefiero ver nuestra profesión en los casos en que nos atienden y el sistema funciona perfecto....aunque he de reconocer que nuestra labor está muchas veces más cerca del sistema que falla y hay que arreglar.

    ResponderEliminar