Cada vez son más los países que proyectan o lanzan una distribución Linux. Muchos lo hacen para uniformar criterios, otros para ahorrar dinero, pero cada vez más los gobiernos lo están haciendo debido a razones estratégicas.
Es que tener un sistema operativo oficial de código abierto implica tener un sistema operativo que está completamente limpio de puertas traseras, que no dependen de software cerrado desarrollado en otros países para funcionar.
A los recientes avisos Rusia y Vietnam, ahora se suma el gobierno de Cuba, que ha lanzado la semana pasada su propia distribución Linux, llamada Nova.
Esta ola de países con distribuciones oficiales continúa en crecimiento, y no parece tener vistas de parar antes de agotar la totalidad de los países del globo.
Esperemos que los países que aún no lo hicieron entiendan que es algo imprescindible, estratégico y posible de realizar con la capacidad de los programadores de cada país.
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